lunes, 30 de marzo de 2009

EDMUNDO PÉREZ FERNÁNDEZ ESCRITOR Y GERENTE DE LA FUNDACIÓN DE LA ECONOMÍA SOCIAL

«Para escribir he buscado en todos mis alrededores», dice el autor de 'La senda del zahorí', novela presentada ayer por Luis Sepúlveda y la alcaldesa Paz Fernández Felgueroso
04.03.09 -
«El pasado es una lección permanente que no deja de enseñarnos»
El autor en la librería Central de Gijón. /PALOMA UCHA
Experto en economía social, no en vano lleva las riendas de la Fundación para su fomento, Edmundo Pérez Fernández, colaborador habitual de EL COMERCIO, acaba de sacar al mercado literario su primera narración larga, un nuevo encuentro con la memoria histórica titulado 'La senda del zahorí', que se alimenta del constante y «necesario» diálogo entre los tiempos. Ayer se la presentaban, en la Librería Central, de Gijón, el escritor Luis Sepúlveda y la alcaldesa Paz Fernández Felgueroso
-Tras hacerse con el V Premio Nacional Relato Breve Calicanto, por 'Mi momento', por fin se ha atrevido con una novela.
-Por fin. Me ha costado mucho, pero lo he logrado. He de confesar que para escribir debo utilizar los retales de tiempo que me quedan entre otras actividades. Es un esfuerzo personal, al que me enfrento con mucho gusto.
-En 'La senda del zahorí' los hechos se nutren de guerra civil y de posguerra, hablan de fosas y de desaparecidos, pero también habla de presente.
-Cuando me puse a escribir esta novela se estaba dando un momento muy curioso en España. Se quería reescribir la historia, darle una nueva lectura a la guerra civil y a sus consecuencias. Y todo desde la óptica de los que habían ganado. Entonces me planteé cuál podía ser mi aportación al debate y decidí escribir este libro que, sí es un diálogo entre el pasado y el presente.
-¿Historia o literatura?
-Por supuesto literatura, yo no soy historiador. Lo que he hecho es recrear los ambientes, las situaciones sociales, en definitiva, la vida de aquella época, pero mi punto de vista histórico es el de un escritor que considera importante que se rescate la memoria de los que habían perdido. Pero tengo que recordar e insistir en que todo es ficción. Los hechos, los lugares, las gentes...
-¿Mucho trabajo de documentación?
-Muchísimo y en todas las direcciones. He tenido que investigar intensamente. En la novela aparecen hasta diversas fábricas con sus formas de producción y su paisaje en parte rural y en parte heredero de los tiempos feudales que en España llegaron hasta el siglo XX.
Búsqueda intensa
-Fábricas, producción, cooperativas. ¿Están también en el libro sus alrededores profesionales?
-Claro. Los he llevado a la novela. La preocupación por la economía social tiene protagonismo en la novela. Es imposible evadirse de la realidad propia, de la vida propia. Para escribir he buscado en todos mis alrededores.
-¿Y en ellos hay una fórmula, literaria o real, para la crisis?
-Esta recesión nos ha enseñado que dejar manos libres a los que controlan el dinero, a las grandes fortunas, tiene consecuencias. Decía días atrás el Nobel de Economía Joseph Stiglitz que 'la mano invisible del mercado es invisible porque nunca ha estado ahí'. Es decir, la clave está en gobernar esa mano invisible.
-Dicen que del pasado se aprende ¿con qué se ha quedado al mirar atrás?
-Del pasado no es que se aprenda, es que es una especie de lección permanente que no deja de enseñarnos cosas como que la intolerancia no debe hacer presa en nosotros. También nos muestra la importancia del respeto y de la convivencia.

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